martes, 10 de febrero de 2009

Gokarna

Tras unos dias de relax en Hampi, nos dirigimos a Goa.
Un largo regateo con los conductores de Ricksaw nos lleva a toda pastilla por el campo indio atravesando aldeas con crios medio desnudos y cubiertos de mugre que nos miran con sorpresa y nos devueven el saludo con una sincera sonrisa.

Una vez llegamos al bus con camas, nos acomodamos en nuestras respectivas plazas y empezamos lo que promete ser un largo trayecto de mas de 12 horitas hasta la mitica Goa.

Quien se iba a esperar que un simple viaje en bus se convertiria en algo tan entretenido. Me logro colar en la cabina de los conductores, otro mundo. . Acabo de viajar a otra epoca, luces rojas iluminan lo que parece una nave al mas puro estilo steampunk. Un amable conductor me muestra con sus expresiones que soy bienbenido y que me acomode. Empieza un viaje mitico, mientras adelantamos otros similares vehiculos, ninguna luz nos ilumina mas que la de los propios coches, camiones y ocasionales tiendecilla que salpican la carretera. ME siento en lo que parece una litera identica a la que se encuentra pegada al parabrisas, al parecer hay otra encima del conductor donde descansa otro conductor. Paso un par de horas hipnotizado como si mirase una hoguera. Llamo a Carlos para compartir la experiencia y mas tarde a Karin y a Cris. Todos alucinamos.

Nos acomodamos mas tarde en nuestra litera compartiendo los cascos del MP3, empezamos con algo de Beethoven, los trios de piano, para pasar de inmediato a algo de Pink Floid que decido sustituir con el Thriller de Michael Jackson, perfecto.

Una atractiva y joven pareja rusa de la cama de al lado nos introduce en los rituales del Vozca, con el que denominan el mejor del mundo. Delicioso. El truco esta en la respiracion.

Hay mas rusos en el bus, y escoceses, holandeses, eslovacos...

En medio del ajetreo del bus decidimos bajarnos en Gokarna.
Por fin llegamos a nuestro destino, hemos tenido suerte, las pulgas no nos han comido esta vez. Gokarna es una zona de playas poco explotadas donde hemos pillado por poco mas de un Euro, a compartir entre dos, unas cabanyitas en frente del mar. Sin electricidad, ni lujos similares, simplemente unos palos que sujetan algo que parece ser un conchoncillo de paja.