viernes, 4 de noviembre de 2005

Bushi, parte 2


La justicia o rectitud es la regla más convincente en el código del Bushi. Nada es más repugnante para un Bushi que los negocios sucios o las empresas deshonestas.

“La rectitud es el poder de determinar un cierto curso de conducta de acuerdo con la razón, sin vacilar… de morir cuando es justo morir, de atacar cuando atacar es apropiado”

“La rectitud es el hueso que da firmeza y estatura. Así como sin huesos la cabeza no puede descansar sobre la espina, ni las manos moverse, ni los pies sujetarse; sin rectitud, ni el talento ni el aprendizaje pueden hacer de una persona corriente un samurai”


El valor es una virtud solo en el caso de la rectitud. La muerte por causa indigna era calificada como “muerte de perro”. Los jóvenes Bushi eran instruidos y adoctrinados en el valor. Cuando aún estaban en edad temprana, eran llevados a presenciar ejecuciones, a cementerios y a casas consideradas embrujadas. Este sistema de entrenamiento era lo que daba a los samuráis sus “nervios de acero”.

La benevolencia estaba considerada como un rasgo femenino. Se la creía una parte esencial de la naturaleza para contrarrestar la rectitud y la justicia severa. Ambos rasgos masculinos.

La benevolencia incluye el amor, el afecto hacia los demás, compasión y nobleza de sentimientos. Estos eran considerados como los mayores atributos para el alma.


La cortesía es una virtud pobre cuando se llega a ella por miedo a ofender el buen gusto. El visitante casual notará en Japón de manera inmediata la educación, cortesía y excelentes maneras. Forman parte del modo de vida japonés. La etiqueta es una parte importante de la vida en Japón.

Inclinarse, andar, estar de pie, las maneras en la mesa y el servir té fueron desarrollados como ceremonias rituales. La etiqueta representaba la armonía de uno mismo sobre el entorno y expresaba el domino del espíritu sobre la carne.


La gracia representaba la economía de la fuerza y aportaba una reserva de energías. Las buenas maneras significaban poder en reposo.

La ceremonia del té alejaba del mundo los pensamientos, y como tal, era un método para lograr la disciplina del alma.

La cortesía se activaba mediante los sentimientos sensibles hacia la sensibilidad de los demás. Así, el guerrero lloraría con aquellos que lloran; se regocijaría con aquellos que se regocijan.

La falsedad como tal era considerada deshonrosa y cobarde. La honestidad era muy importante para el Bushi. Era una extensión de su visión del valor. El Bushi procuraba comportarse de manera honesta en todas las situaciones.

Una intensa conciencia de dignidad personal está implícita en la palabra honor.

Cualquier violación del honor de un samurai era considerado algo deshonroso. La desobediencia a un código o a un superior producía un sentimiento de culpa y de vergüenza.

De acuerdo con una leyenda samurai “El deshonor es como una cicatriz en un árbol, la cual con el tiempo, en vez de desaparecer, se agranda”.

Para evitar sobre reaccionar ante pequeños incidentes, el samurai se reconfortaba a si mismo con el dicho “Para portar lo que piensas no puedes portar tu espada”.


La paciencia y el perdón formaban una parte esencial del significado del honor.

La vida tenía poco valor si renunciando a ella se podía conseguía honor y fama.

Si se presentaba alguna causa que fuese estimada como de más importancia que la misma existencia, con prontitud y serenidad, se ponía fin a la propia vida.

La lealtad al estado o al propio señor feudal eran los rasgos más importantes del honor.

A los alumnos en las escuelas se les enseñaba a sacrificar todo por su emperador. En Japón el emperador representaba las leyes y el estado.

El autocontrol era muy importante para el Bushi. Se consideraba deshonroso que un samurai revelase sus emociones en su rostro. Largos años de disciplina y tendencias represivas han creado un suelo fértil para institucionalizar las tendencias autodestructivas consideradas esenciales para recuperar el honor.